martes, octubre 10, 2006

Hey, where’s your brother? (Jonny Winter) 1992

El blues es un concepto de música que conlleva sentimiento, que duele, que respira fatigosamente entre el delta del Mississipi, Nueva Orleáns y aquellas pequeñas poblaciones norteamericanas que un día dejaron las pistolas para escuchar lo que “los negros” eran capaces de hacer.

Grandes de la escena han alumbrado el devenir de Johnny Winter, su estilo se ha forjado a base de acompañar a Muddy Waters en sus infatigables giras de los últimos años cincuenta y en la posterior reunión de finales de los setenta.

Eric Clapton es un genio, pero muy ortodoxo, muy cerrado a la improvisación que el blues necesita, a la vertiginosa forma de hacerte sentir el tío más grande y afortunado del mundo cuando escuchas Caldonia de la leyenda Muddy. Esa harmónica la toca Dios. Pero, como decía, Eric Clapton es uno de los mejores, supo adaptarse desde sus comienzos más rockeros para acabar implantándose en el blues y el blues rock. Desde una perspectiva lejana y recogiendo lo mejor de los mejores; pero a mi entender se queda en un sonido muy producido, muy sesgado a la necesidad de que la canción vuele por si misma. Johnny Winter es de los últimos que nos quedan que interpreta el blues como se parió. Dejando que sus canciones tengan vida propia, grabando lo que sale de sus dedos y masterizándolo lo justo para que el ruido de fondo tan molesto en otros estilos cobre vida y dimensión en el bluesy que practica.

Este documento sonoro es una obra de arte; podemos escuchar un Rythm and Blues y unas bases bluesrock muy intensas. Podemos captar desde “Johnny guitar” a “Blues this bad” sentidos de ritmo propios del baile de salón de los cuarenta, de cuando John Lee Hooker, Robert Johnson, Sony Boy Williamson y Big Joe Turner hacían que las jóvenes americanas movieran sus caderas al ritmo y antojo de sus músicas. También queda espacio para el medio tiempo en “Hard way” con un ritmo muy tribal y profundo donde el doblado de las guitarras y el bajo recoge a la perfección el sentir de la batería. Johnny sabe usar en sus discos una característica muy esencial del Jazz como los bombos sordos para hacer más compungidas las canciones lentas. Sabe, de igual forma, utilizar la guitarra de forma vertiginosa para crear punteos y solos que llenan la parte central del tema. Pero lo básico de Johnny es su sentido del ritmo, algo que el blues moderno ha perdido para dejar paso al sentimiento en exclusiva.

Muy recomendable para amantes del género, en especial para aquellos nostálgicos de los viejos vinilos y las grámolas de aguja de hierro donde el dolby que tanto daño ha hecho a la música no se aprecia.

Jesús Cabezas (Noko)