jueves, marzo 31, 2005

Guerrero en el desierto (Sherpa) 2004

El regreso de un mito

Ya nadie apostaba un duro por él, ya nadie daba por sentado la vuelta a las tablas de este dinosaurio del rock español. Pero parece ser que no, que todos nos habíamos equivocado, y que, desde el más absoluto anonimato ha resucitado de sus cenizas para regalarnos, como antaño, un puñado de canciones que llegan al alma.

José Luís Campuzano marcó junto a sus compañeros de vuelo del Barón, un antes y un después en la historia del heavy rock en España. Fue capaz de dar salida a temas como Barón Rojo, Son como hormigas, Siempre estás allí o Hijos de Cain, hitos todos de la música dura del país.

Este hombre dejó Barón Rojo a muy principios de los noventa asqueado de todo aquello que rodeaba al rock y a sus acólitos más inmediatos. Se ha dedicado a su propio hedonismo año tras año, hasta que, un buen día y quince años después, decidió editar este “Guerrero en el desierto”.

Este disco es la vuelta de una leyenda, de una voz que marcó a muchos en los ochenta y que creó una escuela que parecía ya perdida. Voz clara, con capacidad de grito sin romper y con tonalidades propias de sólo los maestros del canto. Guitarras fáciles, ritmos fáciles y unas melodías de voz interesantes hacen de este disco un buen disco. Hoy día es difícil sacar un buen material, un buen puñado de canciones que dé igual poner la primera que la octava. A mi me gusta a veces empezar a oír los discos por las últimas canciones. En este caso da igual por donde empieces. Se han editado temas como “Mi everest”, la propia “Guerrero en el desierto” o el alegato a AC/DC y a la vuelta de los barones “Al centro del corazón”. A tener en cuenta.

Sherpa, aun y todo, tira siempre más por donde estuvo y por lo que fue capaz de componer que por lo que acaba de editar recientemente. Es también esto último ley de vida, se te recuerda más en los parones por lo bueno que hiciste que por lo bueno que estás haciendo ahora.

De todas formas, ¿no queríamos rock en España?. Aquí tenemos rock editado por un viejo roquero. Y de los buenos.

Jesús Cabezas (Noko)

viernes, marzo 18, 2005

Absent friends (The Divine Comedy) 2004

The Divine Comedy nació hace algo más de doce años, cuando en Inglaterra todas las miras estaban puestas sobre los aspavientos de numerosas bandas. Lastimosamente desconocido para el gran público, este grupo de nombre dantesco hoy por hoy responde a la figura de Neil Hannon. Alguien inimaginable poniendo ladrillos en una obra o echando horas en una oficina. No, Neil Hannon ha nacido para hacer lo que hace, para componer obras como “Absent friends”: es un elegido. Empezó muy joven, abanderando canciones llenas de claroscuros tenebristas. Un nuevo romántico que remitía a la mejor poesía británica -Wordsworth, Keats, Coleridge...-, a los trovadores subterráneos de otras décadas, a la sugestión del clásico ‘singer’ y a un ‘no sé qué’ que suena extrañamente europeo.

Actualmente Neil Hannon podría definirse con la mezcolanza de David Bowie, Frank Sinatra y Jacques Brel. No es descabellado colocarle entre las dos o tres voces más grandiosas del momento. Tampoco entre los más brillantes escritores de canciones. ¿Qué más se puede pedir? La respuesta es “Absent friends”. Un disco delicioso en el que la única pretensión es la canción propiamente; no hay ni medio minuto desdeñable. Como el título bien indica, es una oda a la amistad, a la luz de las relaciones humanas, y también un canto luctuoso al envés de la tela: la soledad, la ausencia, el vacío. Siguiendo así una estructura zigzagueante, paseamos por la alegría y la tristeza bajo el mando de un Neil Hannon cada vez más acomodado en su papel de crooner orquestal. El instrumento más valioso de The Divine Comedy es la voz de Hannon, capaz de llevarnos a donde se le antoje. Chanson francesa, pop de frasco pequeño, paisajismo tierseniano o exaltaciones sónicas desbordantes (“Absent friends”) son sus ases escondidos. El dandy ha encontrado ese equilibrio tan difícil de hallar, le ha salido un cancionero redondo. Ha aprendido de Randy Newman que la tercera persona es un comodín (“The happy goth”), que las historias contadas con sencillez pueden pasar a la eternidad (“My imaginary friend”), que apurar hasta el último instante el orgasmo te convierte en el amante inolvidable (“Our mutual friend”), que –como decía Oscar Wilde- la belleza está ahí para que tú la tomes y se la regales a una perra (“Laika’s theme”) o a tu hija (“Charmed life”). Cuesta un poco llamar obra maestra a un disco que no lleva ni un año en el mercado. Pero, ¿qué leches? “Absent friends” lo es, y si a alguien le cabe la menor duda que vea el DVD del concierto en el Palladium londinense.

Eduardo Tébar

domingo, marzo 13, 2005

Bushido (Enrique Bunbury, Shuarma, Carlos Ann y Morti) -2004-

Proyecto musical creado descaradamente para promocionar y relanzar las carreras musicales de los nuevos amiguitos de Enrique Bunbury. Shuarma ya obtuvo el premio de pasar por la academia de "Operación Bunbury" al ser producido por éste junto a su banda, los catalanes "Elefantes", en su segundo álbum "Azul". Si no hubiera sido por esto "Elefantes" jamás hubieran salido del absoluto anónimato en el que se encontraban. En esta ocasión son dos los nuevos concursantes de "Operación Bunbury II", por un lado el tal Morti (ex - cantante de "El fantástico hombre bala") y por otro el tal Carlos Ann, un personaje asombrosamente nulo en sus habilidades como cantante. ¿Quiénes eran Morti y Carlos Ann antes de participar en el proyecto "Bushido"?... Absolutamente nadie. Desde entonces son varias las páginas web de temática Heróico-Silenciosa-Bunburyana en las que se les dedican artículos, especiales, entrevistas, anuncios, sorteos de discos, de entradas para conciertos, etc.

Está visto que en el panoráma musical español actual existen tres formas de tener éxito sin ser musicalmente bueno: 1.- Comérsela al presidente de una importante casa discográfica. 2.- Salir en una serie o concurso televisivo. 3.- Ser coleguita de Bunbury.

Centrándonos en la música (porque no olvidemos que estamos hablando de un disco), decir que "Bushido" es un disco totalmente prescindible en la historia de la música española. Salvo escasas excepciones, las letras son sorprendentemente absurdas y ridículas, y la música es el resultado de meter a la banda de Bunbury y el sintetizador de efectos digitales y de distorsión de Carlos Ann en una batidora Mulinex. Ahora bien, en el libreto salen todos guapísimos con los morros pintados, con Rímel y con mariconadas varias.

Lo único positivo del proyecto "Bushido" fue la posterior bronca que tuvieron Enrique Bunbury y Shuarma durante el proceso de producción del disco, bronca que originó un enfado aparentemente irreversible entre los dos, con lo cual se deduce que nunca más volverán a trabajar juntos... Gracias a Dios...

Rubén (El Artista Multimedia del Bajo Aragón)

viernes, marzo 11, 2005

Black blick road (Lake of Tears) 2004

Nunca el Doom Metal estuvo tan bien representado

Estos cuatro suecos, bueno, tres y un agregado, han sabido reinventar el doom como pocos. Han ido evolucionando dentro de una escena cada vez más trillada y más plagiada, más llena de pelusa que no deja ver más allá de lo que realmente existe. Los que conocemos un poco el campo sabemos que esto es así, que los grupos llegan incluso a autoplagiarse a y no saber editar nada más que contenidos oscuros y canciones tediosas de minutajes exagerados, cuando en realidad eso siempre estaba reservado al progresivo, donde existe un motivo, un por qué y una calidad.

No suelo yo hacer críticas de discos canción a canción y esta no va a ser menos, creo en el concepto de disco genérico, como un completo, por muy distintas que puedan ser las canciones entre sí. Además, no es black blick road un disco que resalte precisamente por temas en concreto que sobresalgan sobre los demás. El disco hay que degustarlo desde el principio hasta el final, porque, a mi entender, no tiene desperdicio, hay que hacerlo un sábado por la tarde, con cascos (como debe ser) y una latita de cerveza (o al gusto) y con libreto de letras en la mano. Suena bien, comienza bien y entretiene hasta gustar. Hay ciertas partes que recuerdan aquellos tiempos dorados de los Paradise Lost en que sacaban joyas del tipo “Draconian Times” o incluso el “One” previos a adentrarse en terrenos electrónicos y posteriores y absurdos renombres de gothic pop. Por el contrario Daniel Brenare y compañía han sabido desde el “Headstones” más o menos componer melodías que disco a disco han ido mejorando y adecuando a un estilo propio sin comparaciones ni plagios. Yo creo que hoy día en la música lo más difícil es tener un estilo propio y reconocer a un grupo simplemente oyéndolo. Se trata de pasajes que dejan atrás una etapa más oscura y de voces semiguturales a ritmos y melodías cargadas de feeling con unos teclados de colchón que adornan y dan un ambiente extraordinario a cada disco. Este en particular está cargado de ellos.

Ya fichados por Noise Records es cuando han editado este Black Blick Road, antes estaban con Black Mark, que por cierto todavía no han puesto todos sus discos en serie media (incomprensible situación para un grupo que casi es de culto y que trabajo les cuesta vivir de lo que hacen, sobre todo si tenemos en cuenta la tan “dichosa” piratería). Con esta compañía, un poco bastante más poderosa, puede que lleguen a girar algo más lejos del norte de Europa y podamos verlos por aquí más a menudo.

Sin extendernos más en historias y biografías inagotables, sí que podemos decir, que el que guste del buen rock no le debe faltar este disco y si me apuras el anterior “The Neonai”. Un buen disco en una buena colección de discos y un grupo a tener en cuenta.

PD: Que no os falte oír el tema forever autumn de su disco del mismo nombre, balada preciosa que representa lo simple que puede ser una canción para que sea estupenda.

Jesús Cabezas (Noko)

martes, marzo 01, 2005

Leopoldo María Panero (Carlos Ann, Enrique Bunbury, José María Ponce, Bruno Galindo) 2004

La poesía está para ser recitada, declamada, interpretada... Hacer un disco de poemas es como llevar una novela al cine: puede salir un peliculón, pero la génesis creativa es literaria –una de las grandes estupideces que se siguen diciendo es que “el libro está mejor que la peli”; no señor, es una adaptación cinematográfica de un libro, como también se novelizan filmes- y por tanto, el método para la construcción de la obra es otro. No es lo mismo escribir canciones que poemas, por más que la incursión musical siempre sea complementaria y jamás un obstáculo. Aclarado esto, repasemos brevemente algunas aventuras semejantes hechas en España: cantautores como Paco Ibáñez o Serrat han musicado a Machado, Miguel Hernández o Goytisolo; en Granada (ciudad con más poetas por metro cuadrado de este país) se dio un giro de tuerca crucial en la aproximación del rock al flamenco con el celebrado “Omega” (1996) sobre los textos de García Lorca y Leonard Cohen, con el maridaje perfecto de Enrique Morente con Lagartija Nick; más recientes, los también granadinos Apocalypse han hecho lo propio con escritos inéditos de William Burroughs.

Lo primero que llama la atención es el soporte precioso de la edición libro-disco, con una acertada antología de poemas que abarca prácticamente todas las etapas del escritor, así como la imaginería fotográfica y su presentación elegante. Partamos de la base de que Panero no es un poeta fácil y la etiqueta de maldito no es más que un comodín para clasificar lo inclasificable, si bien el denominador común de los autores así adjetivados es que son extremos. Panero es el poeta condenado por la incomprensión de su propia familia, el apocalíptico, el sádico, el que llama Satán a Dios, el que descifra maldiciones bíblicas, el mitómano, el preso comunista, el filósofo de la demencia. Que su larga estancia por los manicomios no lleve al equívoco, porque este hombre tiene más lucidez que todos nosotros juntos. Los valientes que deciden enfangarse en la faena son Carlos Ann, Bunbury, el periodista y escritor Bruno Galindo y el director de cine José María Ponce. Un total de treinta cortes divididos en dos bloques componen el disco. Mantener la unidad, ser respetuosos y a la vez arriesgados, y sobre todo, no hacer un bodrio, es una tarea difícil sobre el papel. El resultado sin embargo es sorprendente, porque el disco entra bien, no cansa, y no es plano ni ambiguo en cuanto propuesta. Cierto es que el peso de la grabación corre a cargo del barcelonés Carlos Ann, pero lo justo es decir que cada uno asume su papel perfectamente de acuerdo con sus posibilidades. Estos cuatro han sido inteligentes, porque sólo así se puede salir airoso en la conversión sonora de tal poemario. El truco es que han urdido sus recursos de forma heterogénea, recurriendo a múltiples acrobacias electrónicas, al pop siniestro de sintetizadores, al dub, al ambient más oscuro, jugando sus bazas entre el spoken word, musitado unas veces y desquiciado otras, la melodía reiterativa y coral, el histerismo descarnado, los sampleos de voces o la teatralidad excelsa (“Bello es el incesto”), plausible hasta para el mismo Stanislavsky. En definitiva, algo diferente. Hacen falta en la escena patria este tipo de acercamientos impúdicos a la obra de los grandes.

* Próximamente saldrá a la venta la segunda edición de “Leopoldo María Panero”, con un DVD que recoge la visita de Carlos Ann y Bunbury a Panero durante un día en Las Palmas.

* Es muy recomendable “El desencanto” (1976) de Jaime Chavarri, no solo por ser una de las mejores películas documentales que se han realizado en España, sino también porque es perfecta para entender la estirpe de los Panero.

Eduardo Tébar